domingo, 26 de agosto de 2018

[Historia] La VIIII legión Hispana


De la Legión VIIII Hispana podemos encontrar mucha especulación, pero relativamente de poca información certera.

 

La creación de la legión VIIII Hispana y sus primeros años

Tiene su origen, como en la mayoría de las legiones, en el periodo de guerras civiles que fueron causa del final de la República romana.

La VIIII Hispana es una de las unidades del ejército de Julio César que utilizó para la conquista de las Galias entre los años 58 y 51 a.C. Más tarde, participó en las campañas militares del emperador Augusto en el territorio noroccidental de la península Ibérica (29-19 a.C.) habitado por cántabros y astures.

A la finalización de esta campañas, sobre el año 19 a.C., la VIIII Hispania marchó la frontera de Panonia (provincia romana que incluía territorios de las actuales Hungría, Austria, Croacia, Serbia, Eslovenia, Eslovaquia y Bosnia-Herzegovina).
De su estancia en el Danubio destaca la participación de la VIIII en el amotinamiento de tres legiones estacionadas allí tras el ascenso al trono del emperador Tiberio en el año 14 d.C.

En el año 20 d.C., la VIIII Hispana fue transferida a la provincia de África como refuerzo de la legión III Augusta, para reforzar el contingente militar durante la rebelión del númida Tacfarinas (20-24 d.C.).
Su estancia se prolongó hasta el año 24 d.C., tras lo cual regresó de nuevo a la provincia de Panonia.

 

Los títulos y el emblema de la legión VIIII

La legión VIIII dispuso de diversos títulos a lo largo de su historia.
Se sabe que, a través de diferentes inscripciones y noticias, esta unidad tuvo el epíteto de VIIII Triumphalis derivado, seguramente, de su participación en un triunfo militar celebrado en Roma por Julio Cesar en el año 46 a.C.
Esta designación fue sustituida más tarde por el título de VIIII Macedónica, debido, posiblemente, a la intervención de la unidad en la batalla de Farsalia en el año 48 a.C. o en la de Filipos en el 42 a.C.

Fue durante su estancia en Hispania cuando la legión VIIII adoptó el título de Hispaniensis (‘estacionada en Hispania’), designación que fue modificada finalmente por VIIII Hispana (‘oriunda de Hispania’), muy probablemente tras su marcha de esta provincia hacia Panonia.

Por lo que respecta al emblema de la legión, aunque no se tiene ninguna evidencia certera de cuál pudo ser el distintivo utilizado por la VIIII Hispana, es posible que éste fuera el del toro, un animal asociado con la diosa Venus, el ancestro legendario de los Julios, el linaje al que pertenecía Julio César, el fundador de la legión.




La conquista de Britania

La legión VIIII partió de Panonia hacia el año 42-43 d.C., para unirse a las fuerzas que el emperador Claudio estaba reuniendo con el objetivo de iniciar la conquista de Britania.
El mando de este ejército de invasión fue concedido a Aulo Plautio, hasta entonces gobernador de la provincia de Panonia, por lo que escogió esta legión para acompañarle hasta su nuevo destino.

Esta campaña de conquista de Britania so supuso un gran reto para las tropas romanas, ya que el principal objetivo no era apoderarse de toda la isla sino, más bien, acabar con el poderío de la tribu de los trinovantes, situada en la costa oriental britana, cuya actividad antirromana llegó a amenazar, incluso, el territorio romano continental.

La VIIII Hispana fue una de las cuatro legiones, junto a la II Augusta, la XIV Gemina y la XX Valeria Victrix, que participó en esta primera fase de la conquista de Britania, aunque también actuó en las siguientes campañas de consolidación y ampliación del dominio romano.

En el año 60 d.C., el poder romano en Britania sufrió un importante revés con la rebelión de la reina Boudica (60-61 d.C.), alzamiento provocado, entre otras razones, por la pésima gestión de la administración romana en la isla. Boudica era la viuda de Prasutago, rey de la tribu britana de los icenos, pueblo aliado de los romanos. Al morir su esposo sin descendencia masculina, los romanos se negaron a reconocer los derechos de su viuda y de sus hijas al trono iceno. El despiadado trato recibido hacia ellas llevó a Boudica a rebelarse contra el poder romano, insurrección a la que se sumaron tribus vecinas como la de los trinovantes, muy sometidos, pero no erradicados, y con ganas de venganza.

La legión VIIII Hispana fue la primera que luchó contra los rebeldes britanos, enfrentamiento en el que sufrió fuertes bajas, llegando a perder hasta 2.000 hombres, tras lo cual tuvo que retirarse a su campamento base en Lincoln (Lindum).
Los rebeldes fueron finalmente derrotados por las fuerzas romanas cerca de la ciudad de Londres (Londinium), tras lo cual la provincia fue nuevamente pacificada.
Las bajas sufridas por la VIIII Hispana fueron reemplazadas con legionarios provenientes de las guarniciones establecidas en las provincias germanas.


Pero a la muerte de Nerón, en el año 68 d.C., todas las legiones destinadas en Britania se vieron afectadas por los enfrentamientos militares posteriores.
Cuatro fueron los emperadores que se sucedieron en Roma en menos de un año (Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano).
Las tres legiones estacionadas en aquellos momentos en Britania contribuyeron con contingentes de pequeñas cantidades o vexillium (“bandera”, unidad romana de rango menor a una legión y que tenía carácter temporal), para engrosar en el ejército de Vitelio para enfrentarse primero a Otón, su rival en Italia, y más tarde a Vespasiano.
Aunque fue éste último el que acabó imponiéndose a los otros candidatos, tras lo cual resultó nombrado nuevo emperador en el año 69 d.C.

Durante el periodo de gobierno de Vespasiano (69-79 d.C.), la VIIII Hispana participó, junto al resto de las legiones establecidas en Britania, en el nuevo avance hacia el norte y el oeste de la isla, sometiendo los territorios de las actuales Gales y parte de Escocia, aunque ésta última tan solo temporalmente.
Esta nueva subcampaña militar obligó hacia el año 70 d.C. a la VIIII Hispania a reemplazarse, abandonando su campamento base de Lindum (Lincoln) y estableciéndose en Eburacum (York).

Entre los años 79 y 96 d.C., el interés por Britania decayó durante los reinados de sus de Vespasiano, Tito (79-81 d.C.) y Domiciano (81-96 d.C.).
El nuevo interés de Roma era el de reforzar la defensa y consolidación de la frontera del Rin.
Para ello, ya en el año 83 d.C., el emperador Domiciano reclamó importantes contingentes de la legión VIII Hispana para luchar en Germania contra los catos, a los que venció en ese mismo año.
Más tarde se sumaron nuevas “vexilaciones” suministradas para hacer frente a la constante amenaza en las fronteras del Rin y del Danubio, movimiento que incluyó el traslado de la legión II Adiutrix desde Britania en el año 87 d.C.


La incertidumbre del final de la VIIII Hispana

La última noticia que se tiene de la presencia de la VIIII Hispana en Britania, es del año 107-108.
Ésta no es otra que una inscripción hallada en Eburacum (York), que informa de la participación de la legión en la reconstrucción de una de las puertas del campamento en el que estaba asentada.

Y es a partir de esta fecha que se pierden las inscripciones sobre la legión.
Solo algunos datos dispersos nos indican que la unidad siguió unos pocos años más, aunque no sin esclarecer que le pasó.
Además en la inscripción del año 162 d.C. (ILS 2288; CIL VI 3492, A, B.), en la se enumeran las 28 legiones en activo en esos momentos, y su ubicación, ya no aparece la VIIII Hispana.

Esta desaparición en los registros oficiales romanos de la VIIII Hispania, ha generado un gran interés entre los historiadores de la época, ha suscitado la creación de literatura y películas que hacen referencia a esa desaparición de una forma más o menos romántica, en busca de un final épico para la “legión perdida”.

A principios del del siglo XX, el historiador y arqueólogo británico Francis J. Haverfield lanzó la hipótesis de que la legión VIIII Hispana podría haber sido destruida o disuelta tras algún desastre militar acaecido en el norte de Britania o incluso en Escocia ( F. J. Haverfield, The Roman Ocupation of Britain, Oxford, 1924.).
Esta hipótesis es la base sobre la que desarrolla la escritora Rosemary Sutcliff en la novela que escribió sobre el tema (El Águila de la novena legión, 1954).


Águila de bronce hallada en las excavaciones arqueológicas en la ciudad de Silchester.

Sutcliff utiliza esta hipótesis, conocedora del descubrimiento, en el siglo XIX, de un águila de bronce en las excavaciones arqueológicas en la ciudad de Silchester.
Un poco más tarde de la primera edición del libro, en el año 1955, el arqueólogo e historiador Ian Richmond también aportó otra hipótesis en la que la VIIII legión Hispana fuera disuelta por Adriano durante su visita a la provincia britana en el año 122 tras haber sufrido la unidad diversas derrotas.

 

Datos históricos del posible final de la VIIII Hispana

Uno de los primeros escenarios donde se ubica el final de la legión VIIII Hispana es en la propia provincia de Britania.
Allí se produjo, durante los años iniciales del reinado de Adriano (117-119) cierta agitación de la que no estamos muy bien informados.
Sería, con esta hipótesis donde la VIIII Hispana hallaría su fin al ser derrotada por los britanos en el norte de la isla, aunque no se dispone ninguna prueba de ello.
Es por esta inseguridad por la que en el año 122 d.C. se inicia la construcción del muro de Adriano.

Pero una nueva evidencia nos situa a la VIIII Hispana a partir del año 108. Un mortero (mortarium) hallado en Holdeurn, cerca de Nimega, (la antigua ciudad de Noviomagus) en el este de los Países Bajos, que posee un sello de la legión VIII Hispana, así como dos tejas estampadas con una inscripción parecida a la anterior halladas en la propia ciudad de Nimega, un altar dedicado a Apolo erigido por el prefecto de la VIIII Hispana hallado en la ciudad alemana de Aquisgrán, así como una inscripción anónima de un tribuno de la legión VIIII que sirvió en ella estando ésta asentada en la Baja Germania y diversas inscripciones de oficiales que sirvieron en la legión en años posteriores al 120 d.C.
La datación de algunos de estos hallazgos, al menos de aquellos con una cronología más segura, ha puesto en duda la destrucción o disolución de la unidad en una fecha anterior al 120s.C.
Si esto fuera cierto tiraría por tierra la idea de la destrucción de la legión en Britania durante los primeros años del reinado de Adriano (117-119).

Otros datos epigráficos han puesto en duda este final de la legión. Entre ellos se hallan las carreras militares y políticas (cursus honorum) de diversos oficiales que sirvieron en la VIIII Hispana en fechas posteriores. He aquí la información que poseemos sobre ellos:
L. Emilio Caro, tribuno laticlavii (o primer tribuno) de la legión a mediados de la década de los años 20 del siglo II.
L. Novio Crispino, laticlavii que sirvió en la legión no antes del 130 d.C.
Annio Sextio Florentino, legado de la VIIII en el año 123 d.C.
M. Cocceio Severo, que sirvió como primipilo (el centurión de la primera centuria de la primera cohorte de una legión romana) de la unidad hacia el año 126 d.C.

Otra hipótesis es que con la rebelión judía de Bar-Kokhba, enfrentamiento conocido como la II Guerra judeo-romana (132-135), el emperador Adriano estuvo obligado a desplazar unidades militares de otras provincias para hacer frente a los rebeldes, otorgando la dirección de las operaciones al hasta ese momento gobernador de Britania Julio Severo.

Algunos historiadores defienden la hipótesis de que la VIIII Hispana pudo partir en el año 134 hacia Judea junto con el gobernador de la provincia, en la que tras sufrir numerosas bajas la unidad sería disuelta.
Sin embargo, aunque el traslado de Julio Severo sí que está documentado por las fuentes, no pasa lo mismo con la posible marcha de la VIIII Hispana. A esto se le debe sumar que a la llegada de Julio Severo a Judea en el año 134, los rebeldes judíos estaban demasiado debilitados para hacer frente al contingente militar romano y, mucho menos, para infligirle una derrota fatal a una legión.

Una nueva hipótesis sobre el final de la VIIII Hispana cogió fuerza tras el descubrimiento en el año 1972 de un diploma militar datado el 8 de febrero del año 161 d.C. durante el consulado de Quinto Numisio Junior.
Este cónsul se creyó que era el mismo que el conocido por otra inscripción con el nombre de Q. Camurio Numisio Junior, del cual sabemos que fue tribuno de la legión VIIII Hispana, aunque no los años exactos en los que ejerció este cargo.
Esta hipótesis ha llevado a los historiadores a buscar un nuevo escenario temporal adecuado para ubicar el final de la legión, esta vez entre el año 140, data fijada con el cursus honorum de Numisio Junior, y el 162 d.C., fecha de la inscripción de Marco Aurelio. Este nuevo escenario se ha situado en el desastre de Elegeia (Armenia) del año 161, donde, según Dión Casio una legión romana fue destruida a manos de las tropas partas dirigidas por el general Cosroes.


Aun así, la única certeza que se tiene es que la legión VIIII no fue destruida ni disuelta en Britania en época del emperador Adriano, en el año108, aunque si sabemos que ya no estaba en activo en el año 162, ya que no aparece en la famosa inscripción al inicio del reinado de Marco Aurelio.

Referencia:

Imágenes:

3 comentarios:

  1. Pero que isto macho no puedes currarte este pedazo articulo y poner VIIII pedazo mochi los numeros romanos estan limitados a 3 caracteres iguales seguidos no te puedes liar a poner palos te tendrian que quitar el titulo de primaria por esto, esta julio cesar arañando su tumba

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    Respuestas
    1. Hola Sr. Anónimo,
      Creo que antes de soltar una Perla como esta, sería interesante que aprendieras latin clasico antes que el latín tardío. Y es por ello que en los estandartes originales de la VIIII legion aparece así.
      El numero IX es el latín tardío, del inicio del medieval.
      Hay que informase un poco antes.

      Ah si!!
      Y si no nos informamos, que por lo menos se sepa quien es la persona que suelta la perla, Sr. Anónimo.

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    2. Y Julio Cesar se revolvería realmente ante tu explicación, ya que en su época, el 9 era VIIII y no IX del medievo.
      Pero eso ya lo sabías tu, ¿verdad? Por eso lo decias.

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