martes, 22 de julio de 2014

Jasper Maskelyne El Mago de la Segunda Guerra Mundial


Hablar de la Segunda Guerra Mundial en el Norte de África es hablar sobre todo del legendario general alemán Erwin Rommel, el Zorro del desierto, y del hombre que consiguió doblegar a sus Afrika Korps, el Teniente General británico Bernard Law Montgomery, “Monty”. Pero la historia oficial hace dejado a un lado a un actor de este escenario bélico que, si es cierto todo lo que se cuenta de él, pudo haber sido decisivo para la derrota de los nazis en Egipto. Su nombre era Jasper Maskelyne, el mago de la guerra, un ilusionista cuyos trucos, entre el mito y la realidad, sorprenderán a más de uno.





Jasper Maskelyne nació en 1902 en el seno de una familia británica de tradición “mágica”. Tanto su padre como su abuelo habían sido reputados ilusionistas, por lo que ya desde su nacimiento vivió inmerso en un mundo de trucos de desapariciones, baúles atravesados por espadas y conejos sacados de la chistera. Cuando comenzó la guerra en 1939 era ya uno de los más conocidos magos de Londres, pero con el estallido del conflicto el negocio decayó, y Jasper decidió que él también podía aportar algo a la defensa del Imperio Británico, por lo que intentó varias veces alistarse. Debido a su edad fue rechazado, pero él siguió insistiendo hasta que finalmente fue admitido en el Real Cuerpo de Ingenieros en octubre de 1940, donde recibió entrenamiento sobre camuflaje. Y pronto recibiría el destino que lo convertiría en una leyenda, el Norte de Africa, llegando el 10 de Marzo de 1941 a El Cairo, siendo asignado al poco tiempo como oficial al cargo de la Sección Experimental de Camuflaje.


Tanque Matilda con el escudo solar montado

Tras un tiempo en labores menores de camuflaje y alguna que otra actuación ante las tropas le llegó su primer reto, disfrazar a un tanque Matilda. Partiendo de una idea del General Archibald Wavel, el comandante de las tropas británicas en aquel momento, diseñó un sistema mediante una carcasa metálica recubierta de lona daba la forma de un camión, denominada escudo solar, de tal forma que desde cierta distancia en tierra y desde el aire daba completamente el pego. Incluía también un sistema para borrar las huellas, pero parece que este sistema , según los informes militares, nunca fue del todo efectivo. Su prueba de fuego fue probablemente durante la Operación Battleaxe en Junio del 41, pero lamentablemente no fueron de mucha ayuda visto el desastre británico con el que concluyó. Más tarde sí que resultaron decisivos en los enfrentamientos de El Alamein.
Su siguiente misión sería un desafío mayor, conseguir hacer desaparecer el puerto de Alejandría para evitar los continuos bombardeos alemanes. Para ello reconstruyó en una bahía cercana una replica a pequeña escala del puerto, un tanto rudimentaria pero en teoría lo suficientemente efectiva para que desde el aire los pilotos de los aviones alemanes fueran engañados.  La maqueta era acompañada con artillería anti-área para que fuera creíble su defensa. El método usado para realizar el truco consistía en que en cuanto se detectaba la presencia de los bombarderos, las luces del puerto de Alejandría se apagaban y se iluminaba la replica. Lo alemanes, aunque un tanto desconcertados porque lo que les indicaban sus ojos era un poco distinto a lo que les indicaban sus brújulas, atacaban el simulacro de puerto. Al día siguiente se preparaba el puerto real mediante escombros y pinturas simulando cráteres para hacer parecer que tenía daños ante los aviones de reconocimiento alemanes. El truco se realizó durante varias noches hasta que los alemanes decidieron que el puerto ya no era un objetivo primordial y concentraron esas fuerzas en otros frentes.



Prototipo de las luces estroboscópicas


Pero parecía que a Maskelyne todo se le hacía pequeño, y tras esconder un puerto le llegó el turno al mayor truco de desaparición de la historia, hacer invisible el mismísimo canal de Suez. Los británicos temían que los alemanes consiguieran hundir barcos y dañar el canal lo suficiente como para cortarles la comunicación marítima entre el Mediterráneo y sus puertos en Asia. Como vio claro que no podía utilizar nada similar a lo realizado en Alejandría, la solución fue crear un muro de luz sobre el canal mediante proyectores estroboscópicos, que inundaban de luces giratorias los cielos del canal que cegaban a los pilotos, provocando incluso que algunos se estrellaran.
Y así llegamos a la que se considera su aportación más decisiva, la Operación Bertram. En 1942 los ingleses habían conseguido detener el avance de Rommel en El Alamein, pero la situación se encontraba enquistada ante la imposibilidad de conseguir expulsar a los alemanes del norte de África. Por esto Wiston Churchill decidió asignar al General Montgomery el mando de la tropas en Agosto de ese año. Monty rápidamente se puso manos a la obra y como previa a sus planes de ataque surgió la operación Bertram, con el fin de engañar a los alemanes para que pensaran que el ataque principal vendrían de la zona sur a El Alamein. Y para ello contaron con Maskelyne para diseñar un auténtico ejercito de pega, con muñecos simulando soldados y tanques hechos con armazones y lonas, que serían desplegados por el sur mientras que los auténticos tanques lo harían por el norte, disfrazados de camiones con sus famosos escudos solares. La artimaña fue parte del éxito de la posterior batalla que supuso el principio del fin de la presencia alemana en el Norte de África.

Tanque de "pega" usado en El Alamein


En paralelo a sus actividades de camuflaje, Maskelyne también destacó por sus cursos a soldados de espionaje y sobre como escapar si caían prisioneros, diseñando uniformes con todo tipo de artilugios escondidos, como brújulas en miniatura y mapas cosidos a la ropa. Otras de sus aportaciones menores fue desarrollar una pasta ignífuga para evitar que los pilotos se quemaran si se estrellaban y se incendiaba su avión, pero a pesar de demostrar su efectividad, parece que no se llego a usar. A parte de esto también se dice que llegó a realizar hasta alguna que otra operación de espionaje, diseñar barcos falsos y que participó en la propia batalla de El Alamein directamente en una operación de camuflaje. Tras finalizar la guerra continuó con sus actuaciones como mago en Londres, para más tarde trasladarse a Kenya donde moriría en 1973.

Llegados a este punto… ¿qué te parece si te digo que parte de lo que te he contado puede que nunca haya ocurrido? Así lo afirma el mago y historiador militar Richard Stokes en la web donde recoge sus artículos al respecto, ampliados de los que realizo para la revista australiana Geniis Magic Journal en los 90. Stokes investigó todos los hechos atribuidos a Maskelyne buceando entre memorias de militares, documentos desclasificados y los álbumes de Maskelyne, contactando también con el hijo del mago, y analizó pormenorizadamente cada detalle. El problema principal es que casi todo lo que se cuenta sobre Maskelyne no viene de documentos oficiales, sino que provienen de dos fuentes, una es su supuesta autobiografía, Magic: Top Secret, que realmente fue escrita por un “negro” que exageró, embelleció e inventó algunos de los sucesos, como el propio Maskelyne le confesaría a su hijo, y la otra es la novela El mago de la guerra de David Fisher, que contaba la historia una forma digna de cualquier historia de aventuras clásica, dejándose llevar bastante por la imaginación, creando personajes y situaciones que nunca ocurrieron, como denominar al grupo de camuflaje de Maskelyne la Cuadrilla Mágica, nombre que nunca recibió. Eso sí, la novela, sin ser una joya de la literatura, es bastante entretenida.



Stokes descubrió, entre muchas cosas, que la bahía donde se supone que se hizo la réplica del puerto de Alejandría no es tal, sino que es el nombre de un lago cercano a la ciudad, y no consiguió encontrar ninguna mención a dicho truco en ningún documento, además de dudar de su efectividad. Sobre el truco del canal de Suez, a pesar de que encontró pruebas de que Maskelyne llegó a experimentar con un prototipo de los proyectores, no localizó nada al respecto en los documentos que mencionan la defensa del canal, atribuyéndose sobre todo a una buena cantidad de armas anti-aéreas y el descifrado de las comunicaciones alemanas que permitían estar listos de antemano para los ataques. Y sobre su participación en la operación Bertram, tampoco encontró referencias en las memorias del Mayor Geoffrey Barkas, el jefe de camuflaje en Oriente Medio, cuando menciona las reuniones con Montgomery para planear la operación. De lo que si encontró pruebas fue sobre los escudos solares y sus cursos para fugarse. Por todo esto Stokes considera que las aportaciones de Maskelyne a la guerra fueron más bien marginales y simplemente se ha creado un mito a su alrededor.
Para poder empezar a descubrir toda la verdad sobre estos hechos probablemente tendremos que esperar al 2046, que es cuando se desclasificarán totalmente los documentos del ejercito británico al respecto de sus operaciones en el Norte de África. Mientras tanto podemos seguir soñando que realmente hubo un gran mago que engañó a los nazis con sus magníficas ilusiones. Aunque no sean ciertas, no me negareis que es una buena historia para contar.


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