jueves, 6 de marzo de 2014

Las Cruzadas - 2

La Tercera Cruzada (1189-1192)

Mapa de la Tercera Cruzada
Después de la infructuosa segunda Cruzada, la situación de los Estados cristianos de Oriente continuó suscitando serios temores. Las luchas intestinas entre los príncipes, las intrigas cortesanas, las disputas de las órdenes religioso-militares y los intereses privados, constituían causas de debilidad para los cristianos y favorecían la nueva ofensiva de los musulmanes. Antioquía y Jerusalén -los centros más importantes de las posesiones cristianas- carecían de fuerzas suficientes para defenderse sin ayuda ajena. Nur-ed-Din Mahmud, enérgico soberano de Siria, se adueñó de Damasco y en la segunda mitad del siglo XII amenazó Antioquía. Pero el verdadero peligro provino de Egipto, donde el kurdo Saladino, jefe de talento y político sutil y de amplias miras, había derribado al último Fatimita, fundando la dinastía Eyubida. A la muerte de Nuredin, Saladino conquistó Siria y gran parte de Mesopotamia, amenazando así el reino de Jerusalén por el Este, el Sur y el Norte.

En aquella época Jerusalén era presa de turbulencias que Saladino no desconocía. Informado de que una caravana musulmana, con la que viajaba su hermana, había sido atacada por los cristianos, Saladino pasó la frontera del reino de Jerusalén y en 1187, junto al lago de Tiberíades, en Hittin (Hattin), batió a las tropas cristianas. El rey de Jerusalén y otros príncipes reinantes cayeron prisioneros. Saladino ocupó varias plazas del litoral, como Beirut, Sidón, Jaffa y otras, impidiendo de este modo la llegada de refuerzos a los cristianos. Después marchó sobre Jerusalén, que sin gran dificultad tomó en otoño del mismo año (1187). De manera que todos los sacrificios de Europa y todo su entusiasmo religioso no habían servido de nada. Jerusalén había pasado de nuevo a manos de los infieles y se imponía una Cruzada más.

En 1187 el Papa Gregorio VIII convocó una nueva Cruzada. A la Cruzada pronto se unieron Enrique II de Inglaterra y Felipe II Augusto de Francia. Más tarde también se unió el emperador Federico I Barbarroja.

La respuesta al llamamiento a la Cruzada fue buena, porque había un gran fervor religioso en toda Europa. Los reyes de Inglaterra y Francia acordaron una tregua en la guerra que les enfrentaba, e impusieron a sus respectivos súbditos un "diezmo de Saladino" para financiar la empresa. En Gran Bretaña, Balduino de Exeter, arzobispo de Canterbury, viajó a Gales, donde convenció a 3.000 guerreros de que tomaran la cruz.

Enrique II de Inglaterra murió el 6 de julio de 1189, tras ser derrotado por su hijo Ricardo y el rey de Francia. Ricardo I, más conocido por su sobrenombre "Corazón de León", heredó la corona y de inmediato comenzó a recaudar fondos para la Cruzada.

Federico I Barbarroja fue el primer rey en partir hacia Tierra Santa, en mayo de 1189. Federico había reunido un ejército tan numeroso que no pudo ser transportado por el Mar Mediterráneo, y tuvo que atravesar a pie Asia Menor. El 10 de junio de ese mismo año, al atravesar el río Saleph, Federico cayó de su caballo y se ahogó por la pesada armadura. Su hijo Federico VI llevó a su ejército a Antioquía, y dio sepultura a su padre en la iglesia de San Pedro de dicha ciudad. En Antioquía, muchos de los supervivientes del ejército alemán murieron de peste bubónica.

Asedio de San Juan de Acre
Los cruzados ingleses llegaron a Acre desde donde se dirigen hacia Jaffa a través de la costa. Algunos kilómetros a las afueras de Acre la caballería turca de Saladino atacó la parte posterior de la formación cruzada pero el ataque fu repelido.
El avance de la columna cruzada se vería entorpecido por el continuo acoso sarraceno. El hostigamiento duró varios días hasta que llegaron a Haifa. El campamento cruzado fue instalado junto al río recibiendo las provisiones de la flota que avanzaba por la costa.

Al amanecer del 7 de septiembre de 1191 los cruzados levantaron su campamento y cruzaron el río Rachetaillee, encontrándose con un gran ejército sarraceno que bloqueaba su avance. El ejército sarraceno se dirigió hacia el flanco izquierdo cruzado y Ricardo procedió a la organización de su ejército en cinco divisiones.
La caballería turca de Saladino, apoyado por lanceros árabes y arqueros nubios, continuó su ataque al flanco izquierdo pero Ricardo aguantó y contuvo el ataque, esperando el cansancio de las monturas sarracenas.

Ricardo I 'Corazón de León'
A media tarde los caballeros hospitalarios y franceses no resistieron la presión y se lanzaron a la carga contra el ala derecha de la caballería de Saladino. Ante el éxito inicial Ricardo envió a los templarios, bretones y angevinos en una segunda carga hacia el flanco izquierdo sarraceno. Viendo los resultados del contraataque cruzado, Saladino envió a su guardia personal a la lucha. Los cruzados aguantaron una vez más el empuje y continuaron con su ataque lo que provocó la derrota de buena parte de las tropas sarracenas mientras que el resto se dispersó hacia las colinas cercanas a Arsuf. Las bajas de Saladino se cifraron en unos 7.000 soldados.
Después de la victoria los cruzados se dirigieron hacia Jaffa sin oposición, alcanzando la ciudad en tres días. Desde allí se dirigieron a Jerusalén, llegando hasta 20 kilómetros de la Ciudad Santa. Debido a las fuertes defensas, a la cercanía del ejército de Saladino en la retaguardia y al mal tiempo reinante, el rey Ricardo decidió retirarse hacia Ascalón.

La tercera Cruzada finalizaría con el pacto entre Saladino y Ricardo por el que se garantizaba a comerciantes y peregrinos el libre acceso a Jerusalén, manteniendo la ciudad en manos sarracenas. La franja de terreno entre Tiro y Jaffa quedaba en manos cruzadas al igual que la isla de Chipre.


La Cuarta Cruzada (1202-1204)

La Cuarta Cruzada tuvo lugar entre 1202 y 1204 y es también conocida como la "cruzada mercantil" por haber sido desviada de su propósito original por el duque de Venecia, Enrico Dandolo, quien promovió el saqueo de la ciudad de Zara (actual Zadar, Croacia) primero, y luego de Constantinopla, donde se fundó el Imperio Latino de Constantinopla.

En el año 1198 el Papa Inocencio III comenzó a predicar una nueva cruzada para recuperar Tierra Santa de manos de los musulmanes. La convocatoria tuvo cierto éxito entre la nobleza europea y la cruzada fue emprendida por Balduino IX, conde de Flandes, y Bonifacio II, marqués de Montferrat. El traslado de los ejércitos cruzados se llevó a cabo desde Venecia, república comercial que en aquel entonces mantenía una gran tensión con Constantinopla debido a la masacre y confiscación de bienes que sufrieron en 1182 los comerciantes venecianos como represalia por sus excesivos privilegios comerciales.

Si por un lado la pretensión papal de esta cruzada apuntaba a la destrucción del poderío musulmán en Egipto y luego en Jerusalén, por otro lado la tensión entre Venecia y los bizantinos acabaría por influir en el transcurso de las operaciones militares, cuyos objetivos se centraron cada vez más en Constantinopla. La ciudad Estado de Venecia influyó de manera determiante en el saqueo de Constantinopla debido a la intención de vengar la masacre de sus mercaderes. Además, Egipto tenía buenas relaciones en todos los niveles con Venecia.

Inocencio III
Los caballeros cruzados estaban en dificultades económicas para pagar los 85.000 marcos de oro que Venecia había exigido por el transporte de sus ejércitos hacia Egipto. Las tropas cruzadas estaban acampadas en la isla de Lido en espera de una solución al pago de la travesía, cuando recibieron una propuesta del duque veneciano Enrico Dandolo quien les propuso aplazar el pago de su deuda a cambio de que en lugar de rescatar Jerusalén con una incursión en Egipto, como era el plan original, ayudaran a los venecianos a reconquistar la ciudad de Zara.

Esta ciudad llegó a caer en el poder de los ejércitos cruzados en 1202, en contra de los deseos del papa Inocencio III, quién condenó enérgicamente la secularización de la Cuarta Cruzada e incluso excomulgó a los líderes venecianos.

Llegaron noticias Constantinopla de que el emperador Isaac II había sido derrocado por su hermano Alejo III. El hijo de Isaac II, de nombre Alejo IV, logró escapar y pidió ayuda a los cruzados para recuperar el trono, con lo que se tenían que desviar de su camino hacia Jerusalén e ir a Constantinopla. A cambio les prometió dinero y recursos del Imperio para la reconquista de Jerusalén.

En 1203 los cruzados tomaron Constantinopla y coronaron a Alejo IV como emperador de Bizancio junto con su padre, Isaac II. El papa Inocencio III acepta la situación, soñando con un acercamiento entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Los nuevos emperadores debieron establecer nuevos impuestos para el pago de las promesas hechas a los cruzados, lo que rápidamente produjo revueltas en todo el Imperio Bizantino.

Mapa de la Cuarta Cruzada
Alejo IV murió a manos de los bizantinos, lo que impulsó a Venecia para recuperar el poder en el Bósforo. Para ello contaron con el apoyo de los cruzados, que en abril del año 1204 atacaron Constantinopla de nuevo, lo que produjo tres días de masacres y saqueos en la ciudad.

Estatuas, mosaicos, reliquias y riquezas acumuladas durante casi un milenio fueron saqueados o destruidos durante los incendios. Se decidió crear un estado llamado Imperio Latino de Constantinopla, que sería sucesor del destruido Imperio Bizantino y heredero de él. Su primer monarca fue Balduino IX de Flandes.

Aunque debilitado el Imperio Bizantino no llegó a desaparecer. Recuperó su fuerza en el año 1261 cuando Miguel VIII Paleólogo, emperador de Nicea, toma el poder y hace renacer a Bizancio.

La tregua firmada durante la Tercera Cruzada (Cruzada de los Reyes) por Ricardo Corazón de León y Saladino en 1191 se mantuvo, a pesar de la desastrosa Cuarta Cruzada.


Fuentes:
- Artehistoria
- Biblioteca Tercer Milenio. Historia del Imperio Bizantino (Alexander A. Vasiliev)
- www.erain.es
- Wikipedia
- http://paseandohistoria.blogspot.com/search/label/Las%20Cruzadas
- Historia Universal


Para saber más:
Vidasdefuego.com - Biografía de Saladino, el defensor del Islam
MundoCity - La Cuarta Cruzada y el saqueo de Constantinopla
Edadmedia.cl - Inocencio III y la Cuarta Cruzada

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