La
denominación de Íberos, parece ser que fue dada por los griegos, haciendo
referencia al territorio colindante con el Rio Iberus (ebro), región que estaba
habitada por una tribu llamada ilergetes.
Los
pueblos de iberia alrededor del año 500 a.c. se podían dividir en dos grupos étnicos:
Por
un lado teníamos a las tribus, de origen indoeuropeo con una cultura claramente
celta, que están más o menos ubicados desde la costa cantábrica hasta el rio
Duero.
Sus
ciudades se asentaban en colinas defendibles y rodeadas de murallas.
Por
otro lado están las tribus íberas, asentados en gran parte de Andalucía,
Pirineos y la costa mediterránea.
Los
íberos estaban bajo la influencia de fenicios, griegos, cartagineses y otros
pueblos mediterráneos, ya que era una zona rica en agricultura y pesca, con
numerosas minas de metales preciosos.
Cada
ciudad íbera estaba gobernada por un rey o regulus. Estaban
ubicadas en zonas comercialmente estratégicas (cerca de las tierras de labranza
y en cruces de caminos), y amuralladas para una mejor defensa.
La
sociedad íbera estaba estructurada según su status social: una clase alta con aristócratas,
comerciantes, sacerdotes y guerreros; una clase baja de ciudadanos libres, con
artesanos especializados y campesinos; y esclavos.
La
unidad básica por la que se agrupaban era por clanes (gentilitates),
personas que tenían lazos de sangre y con los mismos antepasados.
La
propiedad de la tierra y la ganadería era colectiva de todo el clan.
Un
grupo de clanes vinculados, creaban una tribu o gens.
Y
la unión de estas tribus componía una federación de tribus.
La
toma de decisiones era mediante tres estamentos. El más bajo era una asamblea
por todos los adultos de la tribu, que podían tomar decisiones de importancia. Esa
decisión pasaba posteriormente a otras asambleas más restringidas, como la
asamblea de líderes de los clanes o la asamblea de ancianos, que podían rechazar
las decisiones de la asamblea popular.
En
el centro de la península ibérica, la meseta, y la parte occidental de la
península, encontramos a los llamados celtiberos, que no era otra cosa de
íberos o celtas que habían fusionado ambas culturas. Por ello no es una etnia
como tal, sino que mezclaban sobre todo creencias religiosas.
Las
tomas de decisiones era similar a la de los íberos, tipo colectivista, pero con
una casta guerrera parecida más propia de los celtas, que en caso de
guerra era la que tomaba el mando de la ciudad.
Sus
poblados suelen estar en colinas inexpugnables, también rodeados de murallas de
piedra.
Cultura de pactos
Parece
ser que existe una fuerte cultura e pactos: El hospitium
Esto
era un pacto entre clanes o tribus, por el que cada miembro de un clan era
considerado miembro efectivo de otro clan mientras permaneciese en territorio
de este. En tiempo de guerra, estas obligaciones entre los diversos clanes eran
muy significativa.
Tesera que
describe un pacto de hospitium.
Con
estos pactos, los Reyes y jefes militares íberos creaban auténticos ejércitos
privados, bien entrenados y especializados, que los generales romanos acabaron
por copiar, llegando a escoger a guerreros íberos para su escolta personal, seguros
que darían su vida por defenderlos.
El
contacto con los romanos trajo nuevas formas sociales, que hasta ese momento no
era considerado como factible para los íberos, como una gran importancia a la propiedad
privada, en lugar de la propiedad comunitaria.
Este
nuevo sistema social llevo a la aparición de bandidos y de mercenarios.
El combate
El
tipo de combate en el que eran duchos los íberos, era la guerra de guerrillas,
perfectamente lícita y honorable entre las tribus.
Los
íberos eran incapaces de formar grandes coaliciones de tribus, estaban siempre
ocupados en interminables guerras entre tribus. Podían mantener la cohesión del
ejército cuando vencían, pero en caso de derrota, los iberos se dispersaban
rápidamente, causando entre los romanos la sensación de que combatían con un
enemigo intangible.
Los
iberos solían utilizaban una táctica a la que los romanos llamaban concursare.
Concursare
consistía en un ataque en masa, en aparente desorden. En un momento dado, antes
de quedar bajo el alcance de los proyectiles romanos, se daba una señal y el ejército
ibero se detenía y comenzaba a retirarse, dando la impresión de que abandonaban
el campo de batalla.
Esta
secuencia ataque-retirada se repetía una y otra vez, durante todo el día,
incluso durante varios días.
Cada
aparente retirada de los iberos era seguida por un intento de persecución de
los legionarios romanos, mientras trataban de mantener la formación. A menudo
sucedía que los romanos perdían los nervios y la disciplina, rompían la
formación y se lanzaban desordenadamente en persecución de los iberos.
Entonces
sonaba otra señal, los iberos se reagrupaban rápidamente y montaban un
contraataque, cargando a toda velocidad sobre los legionarios, que perdida la
formación y aunque estaban mejor equipados que los iberos, eran menos agiles en
el combate cuerpo a cuerpo.
Infantería
Aunque
no era un ejército profesional, ya que dejaban sus quehaceres diarios para ir a
la guerra, las armas que utilizaban eran su bien más preciado, por lo que cuando
morían eran enterrados junto a ellas.
Era
común para los guerreros iberos llevar un pequeño recipiente conteniendo
venenos de acción rápida extraídos de la planta ranunculus sardonia, para
suicidarse en caso de ser cogidos prisioneros.
Este
veneno tenía la particularidad que, al ser ingerido, contraía los músculos de
la cara, provocando una mueca que imitaba la risa. Esto aterrorizaba a los
soldados romanos, que pensaban que el guerrero muerto les seguía desafiando con
su risa sardónica desde el más allá.
Los
iberos tenían dos tipos diferentes de infantería: infantería pesada o scutati,
e infantería ligera o caetrati, nombres referidos al tipo de escudo que
utilizaban.
Infanteria
ibera ,en primer plano un caetrati, detras,scutati.
La
infantería scutati utilizaba el clásico escudo largo o scutum, de
origen celta. La infantería caetrati utilizaba el caetra un escudo
redondo formado por tres capas de madera o cuero prensado, de poco tamaño
y poco pesado, que facilitaba su empleo por la caballería, que aún no disponía
de estribos.
Las
espadas utilizadas por los íberos eran de dos tipos: el gladius (rectas) o la
falcata (curvadas).
Gladius ibero
Falcata
Los
íberos eran expertos en la metalurgia, y sus espadas eran superiores a las
romanas, así que los romanos, que eran gente muy pragmática, no tuvieron ningún
inconveniente en adoptar el gladius hispaniensis para los legionarios. Aunque
nunca pudieron superar la calidad del hierro hispano.
Utilizaban
también dos tipos de lanza: una ligera, llamada falárica, que constaba de
tres partes: la punta, de hierro, un asta de madera y una contera de
metal, para poder clavarla en el suelo cuando era necesario. Se solía cubrir la
punta con estopa y alguna sustancia combustible, se le aplicaba fuego y se
lanzaba principalmente sobre maquinas de asedio enemigas, aunque también se
usaba para causar el pánico entre la infantería rival. Este tipo de lanza era
utilizada por la infantería ligera, como jabalina.
Falárica
Otro
tipo de lanza era el soliferrum, construida íntegramente de hierro, capaz de
atravesar cualquier escudo, con una longitud cercana a dos metros, que era usada
principalmente por la infantería pesada, al modo hoplita.
Como
protección corporal, los guerreros iberos iban protegidos básicamente igual que
los demás pueblos mediterráneos de la época. Cascos de varios tipos, desde
simples cascos semiesféricos hechos de cuero o bronce, hasta complejos con
guardacuellos y cimera de forma zoomórfica.
Corazas
también de distintos tipos, como las confeccionadas al estilo itálico, con
escamas de metal superpuestas, o bandas elaboradas con fibras vegetales
rigidas, o las corazas realizadas con discos metalicos, dos grandes placas
circulares de 20 cm de diámetro, sujetos con cadenas de forma que un disco
protegía el pecho y otro disco protegía la espalda.
Las
corazas se colocaban encima del sagum, una prenda similar a un capote,
confeccionada de la gruesa, y que era ideal con clima frio.
Caballería
El
caballo tenía una gran importancia en la cultura ibérica. El caballo era una
divinidad, había numerosos santuarios dedicados al caballo, así como
esculturas.
Los
iberos usaban la caballería profusamente, incluso siendo mercenarios para otros
ejércitos, utilizados para el combate directo contra otras caballerías
consideradas de élite, como los númidas.
Su
combate era más tipo “cuerpo a cuerpo”, ya que usaban el mismo armamento que la
infantería: escudo pequeño circular y una falcata o gladius.
Honderos baleares
La
élite de la época eran los honderos baleares, que con sus hondas eran capaces
de romper cascos y corazas del enemigo.
Comenzaban
su entrenamiento desde muy jóvenes, su primer juguete era una honda. Se les
ponía un trozo de carne encima de una estaca, y hasta que no la derribaban con
la honda, no podían comer.
Cada
hondero disponía de tres hondas, de diferentes tamaños y longitud, para lanzar
proyectiles a corta, media o larga distancia. La honda estaba fabricada con
tendones de animales. Completaban su armamento con una falcata y un pequeño
escudo, para el combate cuerpo a cuerpo, en el que eran tan diestros como el
resto de compañeros.
Fuentes: